El atardecer en la frontera entre Avalon y Ruhia

Tras una larga jornada de viaje, se habían detenido en la frontera entre Avalon y Ruhia. Se encontraban a unos escasos cinco quilómetros de las llanuras cambiantes. Se podía admirar la espesa neblina que cubría la entrada a estas.

Habían encendido un fuego, y se encontraban sentados a su calor. Ufer pastaba cerca en un poco de cesped que había encontrado por casualidad. Era atardecer.

Habían estado en silencio desde que habían acampado, cosa normal, habían estado entretenidos buscando ramas secas y algo para encender el fuego. Gracias a aquella extraordinaria capa no tenía mucho frío, pero tampoco un exceso de calor.

Sonrió con chispa, se quitó la capa cuidadosamente, la dobló con mimo y la posó encima de su mochila, para que no se manchase con el contacto de nada.

Se incorporó e inspeccionó la zona con la mirada. Cogió una pequeña piedra del suelo y se la tiró a Andrev sin hacerle mucho daño.

- Te reto, niño de cristal- le dijo picarescamente

Se incorporó, y miró a Aleanor.

- Acepto, niña de corazón blanco- le dijo mintras se preparaba- las damas primero

Se sentó como los indios en el suelo cerca del fuego, cansada se quitó las manchas que pudo del vestido, lo sacudió una vez, satisfecha sonrió. Había caído ya la noche y la luna llena estaba hermosa iluminando el cielo. Con cuidado de no manchar la capa sacó el libro de la bolsa de terciopelo.

Lo abrió por el índice y pensó qué era lo que quería aprender en aquella fructuosa lectura nocturna. Aquel era un libro que explicaba desde historia, hasta fisionomía y los números, tanto como las leguas y otros varios. Tenía ganas de leer un cuento, asi que optó por escoger algo de historia. Abrió por el último apartado, en el final siempre se encontraba la parte más interesante e importante de los libros.

Se sentó al otro lado del fuego rendido por el cansancio, eso si que era un buen entrenamiento y el resto eran tonterías, pensó. Cerró los ojos, escuchando cada sonido del bosque, le dolía tanto el cuerpo que no podía dormirse tan facilmente con solo cerrar los ojos.

Se fundió en la lectura del libro.

El corazón del Mar Reside bajo el Hielo

Cerca del mar, había un bosque con un pueblecito.
Enol era hijo de una madre que había muerto cuando él era bebe y su padre se forzó a trabajar duro durante años, hasta que decayó por el esfuerzo y tras unos meses agonizando recorrió el mismo comino que su esposa.

Enol, vivía en el bosque, en la casa que sus padres le habían dejado, cerca de una cascada, todos los días por la noche se sentaba en una de las rocas y miraba hacia la luna implorante entre lágrimas de sufrimiento. La muerte se había llevado lo único que tenía.

Desde el cielo, la luna observaba a Enol sufrir todas las noches en silencio, un día, desesperada dejó caer sobre el estanque de la cascada un objeto muy preciado.

Cuando Enol sintió un chapoteo dirigió su mirada hacia aquel lugar, en las orillas había un chico de su edad que le sonreía, se acercó a Enol, pronto se hicieron grandes amigos, aquel niño de pelo blanco y ojos azules le visitaba cada noche, llegando cuando Enol sentía un chapoteo cercano, aquel niño sofocó las penas y sacó una sonrisa en Enol cada noche.

Unas cuantas semanas más tarde unos aullidos despertaron temor en Enol, pero cuando escuchó el chapoteo se olvidó de ellos. Pasaron más de media noche hablando, distraído el amigo de Enol miró hacia unos arbustos, de ellos saltó un feroz animal que se dirigía hacia Enol.

Enol, sorprendido observó como su amigo se interponía entre el feroz animal, sacrificando su vida por él. Enol, con miedo huyó del lugar, pensando que su amigo lo hacía tras suyo, pero él nunca le siguió.

Durante días Enol no quiso acudir a aquel lugar, pero una noche de luna llena, acudió a la cascada, allí se encontraba el cuerpo de su amigo, al parecer el animal no se había comido a su amigo. Le lloró en silencio durante toda la noche. Ya casi cuando la luna se marchaba apenada, el amigo de Enol se hizo agua. Allí en el suelo, se encontraba un libro azul.

Enol, dolido, descubrió el secreto de la luna, aunque agradecido, sentía más pena por la muerte de su gran amigo. Caminó hacia el mar, y poco a poco se adentró en sus fondos, allí, protegido por su eterno y fiel mejor amigo, le lloró eternamente, mientras, todo el mar se congeló, dejando en el fondo a Enol, rodeado de lujos que nadie vería si el hijo de la luna lo permitía.

El libro de agua, protege a Enol que todavía llora en silencio su muerte, en lo profundo de Avalon. Más tarde, la luna se desdobló en dos con el corazón partido por los lloros de aquel niño. Y se transformó en Nevan, reina de Hielo y protectora del libro del agua.

Cuando se dio cuenta estaba amaneciendo, sacó el mapa y lo observó detenidamente. Despertó a Andrev.

-Andrev, ¿que es el libro de agua?- preguntó curiosamente

Se frotó los ojos somnoliento, había dormido como un tronco, pero parecía que Aleanor había estado despierta toda la noche.

- El libro de agua, es de gran valor, mejor dicho, el valor no se calcula, porque controla el agua- le dijo a Aleanor- nadie sabe dónde está y su guardián lo protegerá con los dientes si hace falta, al igual que el resto de libros, fuego, aire, hielo, sombra, luz, tierra, cada uno tiene su propio guardián- miró confundido a Aleanor

Ese libro era y es especial, de poder incomparable, pacientemente estudió la expresión de Aleanor, parecía muy sorprendida por lo que le había dicho.

- Si que existen estas cosas, no pongas esa cara de sorpresa- le dijo mientras bostezaba una vez.

- No es eso, mira- le leyó la historia resaltando lo importante, observó a Andrev- no me mires así, que lo que dicen los libros es cierto y esas cosas existen- sonrió- vamos a ayudar a Enol, yo también quiero ser su amiga- le dijo convencida- si quieres el libro, pídeselo, no pierdes nada por intentarlo- dudó que Enol se lo diese- venga corre, tengo ganas de conocerle- le dijo mientras tiraba de él

Fue a coger a Ufer, le acarició y mimó, mientras esperaba a Andrev pacientemente, tenía tantas ganas de ayudar a aquel niño desdichado…

Se incorporó sorprendido por aquella inesperada información. Fue hacia Ufer, donde Aleanor le daba mimos incansablemente. Agarró las riendas y se subió, para más tarde ayudar a Aleanor, y comenzar un corto trote hacia el castillo Nevan. Podría pedirle el libro a Enol, dudaba que se lo diese. Observó el castillo de la Reina Nevan, no le gustaba nada la pinta que tenía aquello, pero Aleanor quería ayudar a Enol y no se lo podría negar. A veces Aleanor resultaba demasiado amable con la gente, por eso la llamaba la niña de corazón blanco.

Ayudada por Andrev se montó sobre Ufer en la parte trasera. Alegre admiró el castillo de Nevan, reina del hielo, pero tierna como la luna con Enol, tenía que ayudarle, tan desdichado, nadie podía vivir así eternamente. Tras un largo tiempo de camino al trote Ufer se paró frente a las puertas abiertas del castillo.

-FIN-

Cuando llegaron a las puertas del castillo Ufer se paró a olisquear el ambiente, relinchó un poco disgustado.

- A mí tampoco me gusta- le susurró a las orejas

El animal relinchó concorde con su amo y comenzó a caminar lentamente introduciéndose en el castillo.

-FIN-