Ufer había descendido del cielo sin atrasar su galope, acariciando lentamente el suelo hasta cabalgar sobre él sin problemas, si había algo en lo que Ufer era experto era en su rapidez de movimiento, estaba muy orgulloso de su rapidez, no obstante le gustaba más su instinto de guía, nunca se equivocaba con sus elecciones.
Ciertamente el continuar la travesía por los ríos de sangre anularía por completo el olor a sangre de Aleanor. Dio una pequeña palmada a su fiel amigo, se sentía más que agradecido.
De todas formas, Ufer tendría que ser más rápido que nunca y guiarles cuento antes a su destino.