Reconocimiento nocturno (libre)

Abrió pesadamente los ojos, se bajó de la mesa y agarró el diccionario y el otro pesado libro, se frotó un ojo somnolienta. Caminó despacito sin saber a donde dirigirse.

-Pero no huyas...- dijo entre pequeños bostezos

Sin responder inicio una corta busqueda, saliendo de la biblioteca para abrir las puertas cercanas del sector,buscando alguna especie de habitacion, luego de varios minutos recorriendo, uno de los pequeños salones del proximo piso tenia una cama que lucia bastante comoda, eso bastaria; regresando inmediatamente a la biblioteca para hablar con Aleanor.
-la primera habitacion a la izquierda del proximo piso, alli podras dormir... descuida no huire, pero tengo algunos asuntos que atender, nos volveremos a ver mañana, hare espacio y vendre a verte al menos un poco, seguiremos viendo que es lo que haremos contigo Aleanor, no puedes quedarte aqui para siempre despues de todo-
sin decir mas dio media vuelta, dirigiendose a la puerta del castillo para salir de este...

Fin de mi escena

Una fuerte tormenta se habia desatado fuera, la noche habia caido sobre la region y Elsam tenia muy en cuenta que vagar solo por la noche en aquellas tierras era algo demasiado peligroso. Intentando buscar un lugar en el cual resguardarse, sus ojos encontraron una edificacion que se perdia entre la tormenta de nieve...un misterioso castillo se alzaba no a mucha distancia de su posicion.

Sin otra opcion mas que continuar, Elsam se dirigió a aquel lugar, arrivando despues de una breve caminata. Aquel lugar estaba semi congelado y olvidado en el tiempo, pensó casi sin dudarlo que seria imposible dar con algun rastro de vida en aquel lugar, pero al cruzar la pesada puerta pudo encontrar una escencia familiar en el aire...la escencia que le recordaba a su compañero Athrun y otra más que le era imposible identificar.

-Athrun aqui?...eso si que es extraño, pero se desvanece...parece que se ha marchado...y no estaba solo.- murmuró mientras atravezaba los pasillos hasta llegar a una camara principal, allí, un hogar aguardaba para ser encendido. Recogiendo algunos fragmentos de papel esparcidos por el piso y algunas ramas producto de viejas enredaderas que habian ganado el interior del castillo, se dedicó a encender un pequeño fuego utilizando su espada y una filosa roca como mecha para encender las llamas...en unos momentos un calido fuego iluminaba la zona y el calor de este comenzaba a llegar al cuerpo del cansado lycan quien tomando asiento a un costado del hogar se dedico a reposar unos momentos, observando el lugar a modo investigativo.

Por uno de los bentanales de la biblioteca observó como se alejaba del castillo. Al perderle la vista agarró los libros fuertemente y se dirigió hacia la habitación que se refería, de camino se encontró con unas escaleras de caracol, movida por un sentimiento ascendió poco a poco por ellas.

Comenzó a notar que la atmósfera era distinta, al expirar se encontró con que su aliento se hacia visible. No sentía frío, pero parecía que aquel lugar se estaba congelando. Al final de las escaleras se encontró con una puerta, cuidadosamente la abrió.

Era una habitación no muy grande, pero era impresionante, colores azulados combinados con raros rojizos, dejó los libros encima de la cama y se dirigió hacia la bentana, se podía observar claramente la luna desde ella, rodeada de estrellas, era hermosa. Acercó su blanca mano hacia el cristal como pretendiendo tocarla.
El cristal estalló en pequeños cristales que la rodearon. Se sintió culpable por aquel desastre, pero su temor pronto desapareció al darse cuenta de que apollado en al alfeizar de la bentana había un pequeño ágila congelado.

- Dime, que te ha pasado a tí para terminar así- le dijo al animal congelado mientras acariziaba la pequeña cabecita.

Un aura roja rodeó al ágila, más tarde observó aturdida como una luz azul los rodeó irradiendo toda la habitación. Asustada intentó moverse, pero no era capaz. Una pequeña sombra de su estatura a penas se apreciaba en una de las esquinas de la habitación, la observó espectante.

Por fin había encontrado la luz, abrió los ojos para encontrarse nuevamente como aquella última vez en su habitación del castillo, sintió rencor hacia su maestro, había sido encerrado durante tanto tiempo, pero por fin era libre.

Se dió cuenta de que aquella luz que iluminaba su habitación no era luz del sol, desde una esquina de su habitación se tapó los ojos, aquella luz no le permitía ver. Extendió uno de los brazos hacia el foco de la luz, un cristal afilado salió disparado, pronto pudo retirar las manos de su cara, ya no había tanta luz.

Lamento interrumpir abruptamente su batalla pero como Admin me veo obligado a hacerlo pues se han incumplido algunas normas con el usuario Andrev, su ficha aun no ha sido aceptada y está explicito en las reglas que no se puede comenzar hasta que los Admins hayan aprobado la ficha...hasta entonces este combate queda anulado. Disculpen las molestias.

Supongo que sigo yo entonces (??)

Habia logrado relajarse y tomar un poco de temperatura, poco a poco parecia que el sueño le vencia pero cuando pretendia quedarse dormido, el estallido de cristales y una brillante luz que se filtraba desde los pisos superiores llamó su atencion...sin duda no se encontraba solo.

-No me agrada como se ve eso...será mejor que averigüe que esta pasando en este lugar- Dijo el Lycan mientras se ponia de pie acomodando la vaina de su espada detras de su cadera y hechaba a andar a paso rapido trepando por las escaleras hacia los pisos superiores, tardaria unos momentos llegar a lo alto de la torre, solo esperaba llegar a tiempo para presenciar lo que acontecia alla arriba.

Un cristal afilado voló en su dirección, era veloz, dirigido diréctamente hacia su cara, el cúmulo de luz desaparecía con su tacto. No conseguía entender nada.

A unos escasos centímetros, como empujado por una fuerza ardiente se convirtió en agua, dispersándose circularmente a su alrededor como si fueran lágrimas. Admiró aquel espectáculo maravillada, pero su alegría duró poco, un extraño dolor ardiente le recorrió todo el cuerpo. Se dejó caer de rodillas al suelo, agarrándose fuertemente la cabeza, todo aquel dolor le había dejado sin habla, ni un solo grito fue desprendido por su boca.

Pronto los susurros comenzaron nuevamente, mareantes susurros que no quería escuchar, se retorció dolorida.

-...Aleanor...Aleanor...- decían miles de susurros algunos acompasados, tantos como otros que no lo estaban

Su mirada fija en el suelo se hacía borrosa, los colores se fundían en un solo color, el negro. A su alrededor, el tacto con el suelo cada vez era más gélido.

Toda aquella incertidumbre, dolor, vida, se esfumó espontáneamente, como si nunca hubiese existido. En su lugar un ángel sombrío, rodeado de siete rocas, alzó su mirada, de voz ardiente y helada. En su presencia, el aire desapareció.

- Siete hermanos creó Dios,
en la nada los hizo iguales,
seis son enemigos mortales.
Uno mantiene el mundo,
otro vida te dió,
el otro está en el infierno,
acompañado por su hija
la muerte,
el otro viene del cielo,
y el otro no lo hemos visto.

De cosas que estando juntas
pelean hasta morir,
pero de todas precisamos
si deseamos vivir.

Si lo buscas,
lo encuentras,
pues carece de boca y come,
no tiene piernas y huye,
allí donde aparece
todo quema y destruye.

Búscame
yo te ordeno.

Notó cómo al término de las palabras del ángel el calor que sentía en su piel cesaba aliviado por algo frío, tan solo una visión fugaz de una fortaleza ardiente, impenetrable, alcanzó a verlo, estaba muy oscuro, pero una en una esquina...allí estaba ¿Por qué parecía tan solo? sintió pena, sus ojos se habían fijado en él, extendió la mano en su dirección, quería ayudarle, pero cada vez se alejó del lugar, mostrándole el camino hasta encontrarse nuevamente en el castillo helado, tirado en el suelo se encontraba su cuerpo. No devía pensar, quería ayudarle, al adentrarse en su cuerpo, no sintió nada, solo sueño.




FIN DE MI ESCENA

Se había esfumado toda la luz, apartó los brazos de su cara, contempló confundido el cuerpo de una niña en el suelo, se acercó a toda prisa, comprobó que el cristal no había impactado ¿Podría ser eso posible? no había escuchado al cristal romperse en pedazos, entonces ¿Qué había sucedido?

La tez de aquella niña, que parecía ser de su estatura, era tan blanca que se podría fundir con la nieve. La alzó en sus brazos, pesaba demasiado poco para su estatura, un ágila apareció de improvisto y se posó en el regazo de aquella niña protectoramente. Salió de su estancia por una segunda escalera que llegaba hasta su habitación. Aquel castillo que era su herencia poseía tantas sorpresas como piedras que lo edificaban, todas ellas creadas por él mismo como fruto de su aburrimiento.

Caminó por los pasillos del castillo, abrió una puerta de las habitaciones, se acercó a la cama y poso el cuerpo de la niña en ella, la tapó con las mantas, aquella habitación estaba decorada con diversos colores de la gama del rojo. El ágila sobrevoló la habitación y se posó en el cabecero de la cama, observando todo amenazadoramente.

Salió de la estancia, cerrando la puerta silenciosamente, se perdió entre los pasillos, debía pensar.

FIN DE MI ESCENA